Se acerca el 1° de mayo, fecha en que se celebra el Día del Trabajo, ocasión especial para que niños y niñas tengan la oportunidad de compartir lo que piensan, sienten y opinan acerca de una actividad que formará parte de muchos años de sus vidas y que, por ahora, se presenta como una actividad con una doble faz: la menor presencia de sus papás y mamás en sus casas, y el reconocimiento que en el trabajo de sus padres se encuentran anidadas las oportunidades que éstos pueden brindarles.
Conversar con ellos acerca de lo que quisieran fuera su trabajo futuro es ofrecer una oportunidad para pensar en el proyecto de vida. Más que adelantar una decisión para la cual no están preparados, favorece el que se puedan imaginar en distintos escenarios, que se miren a sí mismos identificando preferencias, que se proyecten sintiéndose capaces, aunque en el transcurso de los años sus intereses cambien una y otra vez.
Reflexionar con ellos acerca del mundo del trabajo es una oportunidad para una “formación cívica temprana”: que aprendan a valorar el trabajo, a respetar los distintos tipos de trabajo y a las personas que los desempeñan. Que descubran la realidad de los niños y niñas que tienen que trabajar para contribuir al sustento de sus familias. Empatizar con ellos y valorar el esfuerzo que realizan contribuye a que se planteen la necesidad de construir una comunidad más solidaria, más justa, en la que se respeta el derecho de niños y niñas a no participar en actividades laborales; en la que se reconoce y respeta los derechos de los trabajadores; y se valora el aporte de todos.